La Autoridad italiana garante de la competencia (AGCM) acaba de condenar esta semana a Samsung y Apple, dos de los principales fabricantes de teléfonos móviles a nivel mundial, al pago de 5 y 10 millones de euros, respectivamente, por prácticas comerciales injustas.
Aunque la corta vida de los teléfonos es un tema conocido en el sector, es la primera vez que una sentencia reconoce que las marcas fuerzan su obsolescencia. Un engaño al consumidor que al parecer esta más cerca de una realidad, porque sea la batería, el almacenamiento, los fallos continuos dejan en evidencias esta hipótesis en un mundo totalmente dependiente del móvil.