En el momento en el que encendemos la televisión, vamos al cine o simplemente accedemos a contenidos on-line para ver una serie, el avance tecnológico se nos abre ante las posibilidades que nos ofrecen las películas y, en los últimos tiempos, las series.
En cuanto nos maravillamos con las imágenes que tenemos ante nosotros apenas somos conscientes de lo que vemos es realidad o ficción. Y no me refiero únicamente a que los zombies que recorren el mundo de series de televisión sean solo un producto de la imaginación o que lo que ocurría en las deprimidas calles de Baltimore se traslade con la mayor de las precisiones. No. Dentro de este mundo cinematográfico existe un equipo de trabajo que busca acercarnos a la realidad mediante técnicas qué buscan engañar a lo que nuestros ojos ven.
El desarrollo de los efectos visuales y, posteriormente, de los efectos especiales, han supuesto una revolución en la forma en la que el entretenimiento y la forma de contar historias (lo que películas y series buscan) han revolucionado la industria del entretenimiento en las últimas décadas.
La magia audiovisual con la que las productoras hacen realidad lo que solo parecen sueños
Un efecto claro de la diferencia que suponen los efectos especiales y los efectos visuales lo podemos encontrar en una famosa y celebrada saga Galáctica o bien en la escuela de efectos especiales fxanimation.es. Cuando se creó la primera película de la posterior saga que va a alcanzar el episodio nueve el próximo diciembre, la posibilidad de crear efectos por ordenador era solo un producto en la imaginación de los escritores de ciencia ficción. Por entonces, en el que parece lejano 1978, las naves eran solo maquetas moviéndose en un estudio de filmación sin cromas. La imaginación en la creación de la saga más famosa de la historia del cine se basó en unos efectos visuales que desde, el segundo uno, buscaron sorprender (quién puede olvidar esa primera escena con un destructor imperial persiguiendo a una nave).
Con la entrada de la década de 1990 tenemos la llegada de los primeros efectos especiales. Es en 1991 cuando se utilizan por primera vez, y en una gran super producción, los efectos especiales dentro de una película que salvaría la maldición de las segundas partes (salvo contadas excepciones). Con ese robot de metal líquido, capaz de resistir cualquier tipo de tropelía ejercida por el musculoso futuro gobernador de California, la “realidad” se nos hace tan real que, pasados los años, se nos hace poco habitual encontrar películas donde los efectos especiales o, lo que es lo mismo, los creados a partir de un ordenador, son la rareza dentro de una industria que mueve miles de millones de años cada año.
Tal vez, la próxima vez que nos enfrentemos a una nueva gran producción, seamos incapaces de distinguir entre efectos especiales, todos aquellos creados a partir de uno de nuestros inanimados amigos que nos ayudan en nuestras vidas diarias, entre los efectos visuales, donde artistas del maquillaje, pintores de escenarios imposibles o creadores de entornos que nos trasladen a unos mundos imaginarios, nos haga dudar de lo que nuestros ojos ven.
Fuente: huelvaya.es